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13 y 14 de abril





La llave de Sarah
Elle s'appelait Sarah
Nacionalidad: Francia
Año de producción: 2010
Director: Gilles Paquet-Brenner
Guión: Serge Joncour y Gilles Paquet-Brenner, basado en la novela homónima de Tatiana de Rosnay
Fotografía: Pascal Ridao
Música: Max Richter
Montaje: Hervé Schneid
Duración: 111'
Distribuidora: Emon
Intérpretes: Kristin Scott Thomas, Mélusine Mayance, Niels Arestrup, Frédéric Pierrot, Michel Duchaussoy, Gisèle Casadesus, Aidan Quinn
Género: Drama
Sinopsis:
París, julio de 1942: la policía francesa se lleva a Sarah, una niña de 10 años, y a toda su familia en una redada puerta a puerta en la que arrestan a multitud de familias judías en plena noche. Desesperada por proteger a su hermano pequeño, Sarah lo encierra en un armario del dormitorio, su pequeño escondite secreto, y le promete volver en cuanto les liberen.
Sesenta y siete años más tarde: la historia de Sarah se mezcla con la de Julia Jarmond, una periodista estadounidense que investiga la redada. Durante su investigación, Julia descubre un rastro de secretos que ligan la vida de Sarah a la suya, y la llenan de preguntar sobre su propio futuro sentimental.

Página web: www.lallavedesarah.es

Pases: 18:15-20:30-22:45

INTRODUCCIÓN:

LA LLAVE DE SARAH se basa en la exitosa novela homónima de Tatiana de Rosnay y nos narra la historia de una periodista estadounidense a punto de tomar importantes decisiones que afectarán su vida, su matrimonio y el futuro de su hijo aún por nacer. Lo que empieza como un simple trabajo de investigación para un artículo sobre la Redada del velódromo de invierno de 1942 en Francia, se acaba convirtiendo en un viaje de autodescubrimiento cuando da con un terrible secreto y descubre la descorazonadora historia de una familia de judíos obligados a huir de su hogar, un hogar que resulta se también el de ella. A medida que empieza a ver, vivir y experimentarlo todo a través de Sarah, la hija mayor, su mundo se desmorona. ¿Se pueden olvidar los fantasmas del pasado?

Entrevista con el director Gilles Paquet-Brenner


- ¿Qué le impulsó a adaptar la novela de Tatiana de Rosnay, La llave de Sarah para la gran pantalla?
La idea se me ocurrió unos tres meses antes del estreno de UV, que me tenía muy preocupado. Quería volver a los temas más serios y fue entonces cuando me encontré con la novela de Tatiana de Rosnay. El argumento me cautivó por completo, la historia sobre la redada de judíos en un París ocupado por los nazis y los campos de concentración en Francia, todo visto desde un ángulo muy contemporáneo. Y tras descubrir un inquietante secreto familiar, una periodista estadounidense afincada en Francia empieza a ver la historia de su país de adopción desde otro punto de vista, hasta el punto de que un suceso que en un principio no tenía nada que ver con ella acaba transformando su vida por completo. La historia también explora áreas difusas que muy pocas películas tratan, como la actitud de la gente corriente ante una redada, sin encasillar a nadie en los papeles de colaboradores o miembros de la resistencia. La gran mayoría guardó silencio, miró hacia otro lado e intentó salvarse a sí mismo, como los Tezac, que no hicieron nada mal y no tienen ningún sentimiento de culpa. O los Dufaure, que se convierten en héroes muy a pesar suyo. No se hace un planteamiento del bien contra el mal, están los hechos y están las consecuencias para las generaciones futuras, pero estamos a años luz de los atajos y simplificaciones más comunes. Además también tiene reminiscencias a mi propia historia familiar.

- ¿En qué sentido?
Soy de origen judío y los hombres de mi familia sufrieron esta época. Unos franceses delataron a mi abuelo, un músico judío alemán afincado en Francia, y murió poco después de llegar al campo de concentración. En la película le rindo un pequeño homenaje a través del violinista que tiene el anillo con veneno para poder decidir por sí mismo cuándo quiere morir. Mi madre no me contó su historia hasta que ya estábamos en la fase de preproducción de la película, y esto me hizo recordar algunas cosas. Naturalmente yo no estaba cuando deportaron a mi abuelo, pero sí vi cómo afectó a mi abuela y a mi madre y sus hermanas. El libro me devolvió estos recuerdos, los de los vivos que deben aprender a vivir con los que han muerto.

- ¿Fue difícil convencer a Tatiana de Rosnay para que cediera los derechos para la película?
Quise hacer la película incluso antes de acabar la novela. Al preguntar, me enteré de que Tatiana y Serge Joncour, coguionista de UV, se conocían y eran amigos. Serge le comentó que yo quería adaptar su novela para el cine y nos pusimos en contacto con la editorial. Fuimos los primeros en solicitar los derechos, porque afortunadamente leí la novela muy poco después de que se publicara. Tras el éxito que tuvo no pararon de llegarles peticiones de derechos, sobre todo desde Estados Unidos, pero para ella su palabra es vinculante y conservó su fe en nuestro proyecto.

- En la adaptación que escribió junto a Serge Joncour, ¿hizo algún cambio esencial en la historia?
No, nos mantuvimos muy fieles, excepto en un aspecto esencial. En el libro, el hermano pequeño de Sarah se esconde en el armario por sí mismo cuando llega la policía para arrestarles. En la película es Sarah quien le dice que se esconda, lo que acaba alterando su personalidad y sentido de culpabilidad. El otro gran cambio fue solucionar un aspecto que sabíamos que molestaba a muchos lectores, yo incluido, y que es el hecho de que el libro abandona a Sarah después de que reencontremos a su hermano. Para la película, Serge y yo desarrollamos el personaje de Sarah como adulta. No fue muy difícil de adaptar, porque el libro estaba perfectamente estructurado. Los únicos problemas que tuvimos fueron a la hora de cambiar de una época a otra, de 1942 al presente, sin que la película superara los 120 minutos. ¡El primer borrador de Serge tenía más de 250 páginas! Pero en cuanto tuvimos el borrador definitivo y lo pasamos para leer, las reacciones fueron muy positivas.

- Y aún así fue difícil encontrar fondos...
Por supuesto, debido a mi errática carrera cinematográfica. Para serte sincero, creo que muchos se sintieron traicionados después de Les jolies choses. Hice Gomez vs Tavarès para divertirme, y fue un gran éxito, pero nubló un poco la opinión que la gente tenía de mí. El estreno de UV me puso de pies en el suelo de golpe. Es muy raro hacer una película de que la quedas muy satisfecho y ver que el resto del mundo la odia. Pero ya pasó. A mucha gente le encantó el guión de La llave de Sarah, aunque no les encantó el que yo la dirigiera. Mi productor Stéphane Marsil, demostró ser tenaz y fiel a mí, una cualidad poco frecuente en éste negocio, ya que su propia credibilidad quedaba en entredicho. Pero tanto Stéphane como lo que la gente recordaba Les jolies choses fue lo que salvó la película. Frédérique Dumas de Studio 37 también nos apoyó, porque le gustó mi primera película. Y esto fue definitivo, pero no nos salvó de tener que aguantar algunos momentos muy humillantes, y no exagero cuando digo que mucha gente intentó ponernos trabas durante el rodaje. Pero Stéphane no se rindió. Muchas veces durante el desarrollo de la película pensamos que se había acabado. Y muchas veces la situación se solucionó del modo más inesperado.

- Con La llave de Sarah usted se convirtió en el primer director en rodar una película en el museo-monumento al Holocausto de París.
Exacto, el monumento no había aparecido en ninguna otra película. La escena en la que el personaje de Kristin va al museo era muy arriesgada, porque habríamos podido acabar con una escena muy política. El hombre que conoce allí resume su misión como «alejarse de las cifras y las estadísticas y dar un rostro y una realidad a todas estas vidas.» Estas palabras definen mi objetivo real para la película. Hasta hoy, las películas sobre el holocausto habían buscado explicar la Historia, en mayúscula, un objetivo muy lógico y necesario. Pero yo no me sentía cómodo, porque ya se había hecho demasiadas veces y para mí, nada puede superar a La lista de Schindler. Y me pregunté qué podía hacer yo para aportar mi granito de arena, y lo que se me ocurrió fue intentar que la gente experimentara la tragedia dejando de lado las palabras especializadas y buscando la historia más humana, para que el público entrara en contacto con los sucesos, independientemente de su opinión u origen. El personaje de Kristin es estadounidense y no judío, por lo que la historia de Sarah y la del holocausto no son sus historias, pero la tocan indirectamente. Le puede pasar a cualquiera.

- En vista de esto, ¿qué expectativas tiene para la película?
La llave de Sarah es una obra de ficción, pero la novela sobre la que se basa está muy bien documentada en referencia a los hechos históricos que describe, hasta los detalles más pequeños. Al rodar la historia de Sarah, Julia, William y el resto he hecho una película con la que todos podemos identificarnos, una película que nos acerca la historia sin una voluntad paternalista o moralizadora.

Crítica
Kristin Scott Thomas se lanza de cabeza a la búsqueda de la verdad en una nueva propuesta que remueve los inolvidables fantasmas del nazismo. Una estimable película que no evita su carácter abiertamente comercial.


París, 1942. Decenas de miles de judíos franceses son deportados y recluidos en campos de concentración alemanes. Entre ellos, la pequeña Sarah (Mélusine Mayance) y su familia. París, 2009. Mientras prepara un reportaje, Julia (Kristin Scott Thomas) encuentra una serie de evidencias que liga su presente a la tragedia vivida por aquella niña casi ochenta años atrás. Gilles Paquet-Brenner dirige “La llave de Sarah” a partir de la novela homónima súper ventas de Tatiana de Rosnay, robusteciendo nuevamente el exorcismo al que el cine somete con mecánica regularidad a los fantasmas inolvidables del nazismo. Una temática que sigue sobrecogiendo a crítica y público, por otra parte.

La obsesión de una mujer madura que ha de replantearse su realidad en base a imprevistos incontrolables ─la naturaleza llama a la puerta en los momentos más insospechados─ convierte la película en un desasosegante viaje a los secretos ocultos de quien cree conocer mejor, su propia familia; el sobrio tono de thriller dramático que el director imprime a su meditada narración contribuye a solapar el carácter abiertamente comercial de la propuesta, vívidamente presentada desde una fotografía ocre y un tanto crepuscular ─el tono formal invita a ello, desde luego─ y estructurada en una bien hilada sucesión de flashbacks que nos llevará a conocer mejor las causas y circunstancias del horror sufrido por Sarah, interpretada con solvencia y energía por una Mélusine Mayance a la que ya pudimos descubrir hace no demasiado en el “Ricky” de François Ozon.

Más allá de la jovencísima actriz, la siempre grande Kristin Scott Thomas carga sobre los hombros de su personaje un aluvión de matices plasmados en su eternamente bello y perfilado rostro impenetrable, elegante y conciso, mimetizando el impulso de una persona capaz de lanzarse a una aventura de (auto)descubrimiento en la que no se tienen en cuenta ─se aparcan, cuando menos─ las consecuencias para quienes se crucen en su camino a ambos lados del charco. Y al final de ese tránsito geográfico y existencial, las respuestas compartidas a un enigma de impreciso resultado y satisfacción, porque si algo hay seguro en la vida es, precisamente, esa postrera sensación de inseguridad. Nunca se sabe qué terrores y esperanzas esconden los armarios que ceden ante llaves ocultas tiempo atrás.

Trailer

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